CAMIONES...
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11
¿Has conducido alguna vez detrás de un camión? Es exasperante. Intentas ver hacia adelante, pero te encuentras con que la parte trasera del camión es tan alta y tan ancha que no alcanzas a ver nada de lo que hay delante de ese camión. Es aconsejable no conducir muy pegado al mismo, porque en las intersecciones cubrirán los semáforos y no serás capaz de distinguir el color del mismo, sino hasta que ya sea muy tarde. Sí, conducir detrás de camiones puede resultar muy incómodo y exasperante, pero hay ocasiones en las que no tienes otra opción y tienes que esperar hasta que se despeje el camino, para poder ver todo el panorama que estaba oculto.
En la carretera de la vida encontraremos camiones que nos ocultarán lo que tenemos por delante. Es en esos momentos en los que tenemos que demostrar la paciencia, confianza y dependencia total del chofer del camión, en nuestro caso, Dios. Él conduce camiones de todos los tamaños, larguras y anchuras, para probar nuestra paciencia, nuestra fe. Camiones que parecen murallas y nos impiden ver qué tenemos por delante. Camiones que van a una velocidad menor de la que habíamos llevado hasta ese momento, obligándonos a reducir la nuestra.
Mardoqueo, Sadrac, Mesac y Abednego, Daniel, la reina Ester y otros hombres y mujeres en la Biblia, líderes todos, transitaron carreteras en las que se encontraron CAMIONES en frente; no podían ver lo que tenían más allá de aquellos camiones. Ellos ofrecieron sus vidas a cambio de hacer la voluntad de Dios ciegamente. Mardoqueo, se enfrentaba a la horca. Ester, se enfrentaba al rey y la muerte. Sadrac, Mesac, Abednego y Daniel, enfrentaron la muerte por no negar a Jehová Dios. Todos sabían que Él les podía librar de la muerte, pero no podían ver claramente lo que tenían por delante. Aun cuando el camión les tapaba la vista ellos no desistieron de hacer la voluntad de Dios para sus vidas y los suyos.
Así es Dios. Nos lleva a conducir por carreteras en las que en ocasiones podemos ver el panorama completamente, mientras que en otras envía CAMIONES, que nos lo oculten. Es entonces que debemos ser pacientes, confiar en que llegaremos a nuestro destino y esperar a que todo se aclare. No pasará mucho tiempo antes de que el CAMIÓN cambie de carril. ¡Dios te bendiga!
¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? ¡No temas, Cree solamente!
En el amor de Jesús,
Maribel Román Santiago©
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