TERQUEDAD




Terquedad

“Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para que por medio de él preguntemos?  El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal.  Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey”. 2 Crónicas 18: 6 – 7

Terquedad y obstinación eran características de Acab, el rey de Israel.  Se rodeaba de profetas que hablaran a sus oídos palabras de aliento, profetas que complacían al rey; no así a Dios.  Eran trescientos los que consultó cuando quería ir con Josafat a la guerra contra Ramot de Galaad.  Los consultó porque Josafat temía desobedecer a Jehová y se lo pidió.  Consultó a sus profetas, porque siempre hablaban a sus oídos palabras que él deseaba oír, mas Jehová no estaba de acuerdo con lo que los “profetas”, decían.   Aparentemente, la comunión de aquellos profetas con Jehová había desaparecido por completo, puesto que había espacio en sus corazones para que un espíritu de mentira hablara a través de ellos… de todos ellos menos uno que no se dejaba contaminar por el corazón del rey y prefería hablar palabra de verdad, antes que agradar al rey diciendo lo que él quería escuchar.  ¡Qué fuerte!  Hay que tener valor y coraje, pero sobre todo una íntima comunión con Dios para decir lo que hay que decir, sin modificarlo para agradar el oído del hombre.  ¡Más fuerte todavía!

Acab, a sabiendas de que Micaías le traería noticias que él no quería oír, complació a Josafat y envió a buscarle.  El que le buscó se encargó de tratar de contaminarle, indicándole qué era lo que debería decir al rey con tal de agradarle.  Al ser Micaías un profeta íntegro, le respondió que sólo diría lo que Jehová su Dios le dijera debía decir.  Y así fue.  Le costó a Micaías, el decir la verdad, la cárcel a pan de aflicción y agua de angustia (v. 26).  Aun así, Micaías concluyó su profecía con un reto al rey, “Si tú volvieres en paz, Jehová no ha hablado por mi… oíd pueblos todos”, v. 27.

La terquedad de Acab le costó la vida.  No hubo disfraz, que pudiera cambiar el decreto del Señor acerca de su derrota y muerte.  Una flecha lanzada al vacío  que entró por las uniones de la armadura, hirió al disfrazado rey Acab y se desangró muriendo al caer el sol. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso segará”,  Gálatas 6: 7. 

¡Dios no puede ser burlado!  Aprende bien la lección: Tenés que agradar a Jehová, no al ojo ni al oído del hombre.  Después de todo, Él es quién nos juzgará por la eternidad.  ¡Qué tu terquedad no te lleve a tu propia destrucción!  Busca a Jehová, sírvele de todo corazón y Él te será por escudo y protección donde quiera que vayas.  Porque, “¿A dónde me iré de tu espíritu?  ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”, Salmo 139: 7

¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?  ¡No temas, Cree solamente!
En el amor de Jesús,
Maribel Román Santiago©

Todos los derechos son reservados de la autora. Si desea fotocopiar, transferir, citar, publicar, o usar cualquier medio de comunicación para el uso de este mensaje, deberá solicitarlo a la autora y usar su nombre; no violentando los derechos de autor de la misma. Dios le bendiga rica y abundantemente! maribelromansa@gmail.com Visita mis otros blogs: http://eslpr.blogspot.com/ http://poetrybooklet.blogspot.com/

Comentarios

Entradas más populares de este blog

QUITA LA PIEDRA

La Palabra de Dios es Fiel y Verdadera

ALMAS TURBADAS