El Mundo Espiritual/ El Dios de los Ejércitos de Ángeles

El Mundo Espiritual

El Mundo Espiritual

“Porque también yo soy hombre bajo autoridad,  y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Vé y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.” Mateo 8: 9

El centurión sabía muy bien lo que era tener autoridad en el mundo físico y pudo transferir ese conocimiento al mundo espiritual, cuando le dijo a Jesús: “yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados.”  Él era jefe de muchos y tenía toda clase de subordinados, soldado y siervos.  Él reconoció la autoridad que tenía nuestro Cristo.  Seguramente había escuchado las historias de aquellos que ÉL había sanado, los milagros que había hecho, la cantidad de gente que le seguía a todos lados y la Palabra de Autoridad y Poder que salía de su boca. Un hombre sólo no podría haber hecho lo que aquel Jesús hacía y él lo sabía muy bien. Por eso fue a ver a Jesús, porque su siervo estaba muy enfermo y sabía que Jesús lo podía sanar.

¿Cuánto amaba a su siervo, que lo tenía habitando dentro de su casa? 

Pudo haberle dicho Jesús que dejara de hacer lo que estaba haciendo y fuera a su casa. Pudo haberlo llevado arrestado para que fuera a su casa a sanar a su siervo. Pudo haberlo mandado a buscar.  Pero, no hizo nada de esto. Humildemente, se presentó ante Jesús, en medio de aquella multitud y le rogó diciéndole que su criado estaba postrado en la casa, paralítico y gravemente atormentado.  

El centurión, se presentó ante Jesús, tan pronto y como Jesús entró a Capernaum. Le presentó su situación. Luego, reconoció la posición de autoridad de Jesús y “vió” que Jesús tenía un ejército de soldados a su servicio.  Reconoció que él no era digno de que Jesús entrara a su casa, todo el tiempo mostró humildad, pero sobre todo, demostró FE. 

Reconoció y Creyó que Jesús tenía toda la autoridad para sanar a su criado aún desde la distancia. Criado al cual consideraba un familar. Y como creyó, le fue hecho. 

Su criado fue sanado aquella misma hora, porque nuestra fe activa los Ejércitos de Ángeles que interceden a favor nuestro bajo el mandato de Jesús, nuestro Dios y Señor.

Él no lo vio instantáneamente, pero se fue creyendo, seguro de que su siervo había sido sanado. Y como creyó, así mismo le fue concedido, porque Jesús fue conmovido a causa de la fe del hombre…

¡Cuánto amor sentía el centurión hacia su siervo, que teniéndole dentro de su casa y tratándolo como a uno de la familia, fue hasta donde Jesús estaba y pidió su milagro! 

Me imagino al centurión corriendo a su casa y a sus soldados corriendo detrás de él, para llegar a la casa, abrazar y besar a aquel amado siervo. Me imagino igualmente, su esposa, hijos y otros siervos, asombrados y perplejos al ver a aquel hombre sanado, en pie, caminando, danzando de gozo y glorificando al Padre Celestial, porque seguramente, tuvo una revelación divina de sanidad. Me lo imagino narrándoles a todos, su experiencia espiritual y a todos sentados alrededor de él y a otros mirando por las puertas y las ventanas. Y de repente llegar el centurión y confundirse en el amor ágape que tiene que haber permeado en aquel lugar. Y todo porque un hombre de autoridad y poder, que tenía a muchos otros bajo sus órdenes, reconoció que en Jesús había una autoridad y poder, dentro del mundo espiritual en el que también habitamos. 

¡Es que Dios siempre nos sorprende, siempre nos enseña, siempre cuida de nosotros!

El poder de Jesús, no se limitó a lo que tenía delante, sinó que trascendió las distancias y barreras físicas, porque su Poder, trasciende fortalezas humanas y espirituales y su Palabra, siempre cumple el propósito para el cual ha sido enviada. 

Dios no tiene límites, el mundo físico y espiritual, el universo y los universos, todos se sujetan ante Él. Recuerda que, “todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” Mateo 7:9–11.

¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?  ¡No temas, Cree solamente!

En el amor de Jesús,

Maribel Román Santiago©

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