SEMBRADORES

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SEMBRADORES

“He aquí el sembrador salió a sembrar”.  Mateo 13:3b

Somos sembradores.  El sembrador sale con la intención de sembrar las semillas en un lugar específico.  Mientras camina, algunas semillas van cayendo de sus manos.  Caen por el camino y ni siquiera el sembrador se da cuenta de su pérdida, cuando las semillas son lo suficiente pequeñas.  De acuerdo con la parábola del sembrador, algunas semillas caen junto al camino, porque por ahí va pasando el sembrador.  Otras caen entre las piedras que hay junto al camino, porque siguen rebotando hasta salir del camino.  Otras caen entre los espinos, porque no todo el camino es bueno, hay lugares del camino que son bastante malos, pero el sembrador debe pasar por allí para llegar al lugar designado para sembrar con toda intención sus semillas, porque en aquel lugar, ya preparado, seguramente germinarán y darán mucho fruto.  Esta es la verdadera intención del sembrador, que sus semillas lleven frutos.

Esta parábola me lleva a pensar acerca de nuestro caminar por la tierra.  Somos sembradores y a lo largo de nuestras vidas vamos regando semillas por dondequiera que pasamos, y algunas las sembramos sin darnos cuenta.

La semilla que cae junto al camino, es aquella palabra que dijimos a nuestros compañeros de trabajo, o que ellos escucharon accidentalmente, porque no era nuestra intención decirla o darla.  Ellos simplemente escucharon, pero no le dieron importancia y vino el enemigo y se las robó perdiendo ellos todo el interés en volver a escucharla, ni siquiera darle pensamiento a la misma.

La semilla que cae entre los pedregales, donde no hay mucha tierra, es aquella palabra que dijimos igualmente, pero que hizo pensar a los que la oyeron y recapacitar sobre ella.  De repente se interesan y desean saber y conocer más, buscan caminos que les parecen correctos pero no tienen profundidad.  Sus fundamentos son demasiado débiles y pronto vuelven hacia su antiguo caminar y la palabra se seca en sus corazones.

Las semillas que caen entre los espinos, aquellos lugares en los que el enemigo es el que reina y domina, es la palabra que dijimos y llega a la mente de los oyentes que cuando desean volver a escuchar y conocer más, pero los afanes del mundo, sus amigos, las tentaciones y sus estilos de vida, les roban el sol el aire y el agua, entonces, la semilla muere ahogada.  El mundo y sus placeres la matan, dejando de existir para siempre…

Así somos, sembradores.  Cuando llevamos la semilla al terreno correcto y en el tiempo correcto, la sembramos, regamos con agua y hay suficiente sol, lluvia y sereno, las condiciones del tiempo son correctas, entonces la semilla crece y da frutos.  No todas darán la misma cantidad de frutos, pero todas deberán llevar frutos al sesenta, al ochenta y hasta el ciento por uno.

Sembrador, no dejes de caminar.  Mantén las semillas en tus manos, consciente de que siempre dejarás caer algunas antes de llegar a tu destino, al que Dios te ha enviado, el que Dios ha preparado para ti.  Llevarás semillas y algunas caerán, déjalas caer, es parte de tu trabajo.  Del resto se encarga Dios, él es el que da el crecimiento.  Pero no te detengas, preocupado por la que cayó y no creció, lo importante es caminar hacia la meta, el terreno perfecto.  Entonces, sembrarás y Dios te prosperará.  El camino, es sólo una enseñanza.  Tu camino es tu trabajo, allí, aquel lugar en el que pasas mayor tiempo.  Tu escuela, universidad, vecindario, es 
tu camino. 

Sigue caminando sembrador y no te detengas.  Antes de llegar a tu terreno es necesario pasar por el camino.  Camina, Dios ha estado, está y estará frente a ti y te rodeará, porque Él es quien te da las semillas.  Camina y no dejes de caminar.

¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?  ¡No temas, Cree solamente!
En el amor de Jesús,
Maribel Román Santiago©



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